Aroma de Romero y Canela

Salvador Flores Montoya.

Bailaor nacido en San Roque el 25 de Agosto de 1922. Su trayectoria artística la realizó en los años 30 y 40, junto a Los Jarrito, Los Gaditanos, El Bizco de Écija, Tío Mollino, El Lápiz, Paco Laberinto, Palanca, El Niño Muela, El Flecha de Cádiz, Rafael El Tuerto, Manitas de Plata, Chato Méndez, Los Chaqueta, El Terry, Agustín Núñez, Rosa Fina de Casares, Manolo Limón, Los Pipoño de Jerez, El Galleta de Málaga...
Su primera actuación de cara al público fue en el año 1929 en el Hotel Reina Cristina con el cuadro flamenco que dirigía Tío Jarrito. Con 13 años de edad en el café Carrasco de Algeciras interviene junto a los hermanos Jarrito, Antonio y Joaquín, Juanito Chiquetete y el guitarrista Titi de Marchena. Años después, es contratado por el representante sevillano apellidado Rondón, para actuar en varias ferias junto a su inseparable amigo el cantaor El Bizco de Écija, quien era por esos años su cantaor habitual, así como El Momo de La Línea, Chato Ruperto, Chiquetete, Niño Vejer, Lolita Córdoba, Antonio Torrejón y los guitarristas Manuel El Verdulero y Antonio Pichini. Seguidamente es contratado para actuar en diversos colmaos de la zona del Campo de Gibraltar, además de numerosas reuniones de cabales. Años antes de marchar para el servicio militar intervino en la fiesta organizada por los internacionales del balompié Andrés Mateo, Paco Díaz y El Polo; allí se dieron cita en la Sala de Fiesta "Pasaje Andaluz" de Algeciras: Eduardo Méndez (tío de La Paquera de Jerez), los bailaores Manolo Triana y Joaquín Jarrito, Rafael El Tuerto, Antonio Sánchez (padre de Paco de Lucía) y Roque Montoya "Jarrito". Hay que recordar que Salvorito fue el cantaor habitual de Roque Jarrito ya que éste en sus comienzos era bailaor antes de ser figura del cante, y quien le propuso que se marchara con él a la capital de España para promocionarse, a lo que Salvorito declinó dicha oferta de ser famoso y dedicarse plenamente a su trabajo una vez que se casó.
Con 21 años marcha a Cádiz y se incorpora al servicio militar. La estancia en tierra gaditana lo lleva a participar en fiestas junto a Juanito Mojiganga, Curro La Gamba, Eduardo Méndez y Antonia Gilabert "La Perla de Cádiz". Luego marcharía a Sevilla destinado al cuartel de la Plaza del Duque y allí intervendría en fiestas y reuniones de cabales en aquel recinto por donde pasaron las mejores figuras del momento como era El Charco de la Pava, que era propiedad del Chache y de sus tías Juana y María.
El baile de Salvorito, es todo espontaneidad, duende, majestad y la característica chispa personalizada en uno de sus pasos cuando interpreta por bulería su hincado de rodilla al estilo del más pinturero de los toreros y que luego remata espigado con los brazos arriba sin moverse del sitio. No solo es un destacado bailaor en los aires festeros, sino que pone por bandera la pauta solemne en los arrebatos de la soleá que quita todo el sentío.

Sabiduría, la tuya, sanroqueño,

Al aroma de romero y canela

Lleva el baile con salero

Ventas y colmaos por bandera.

Angel en el puro quebranto

Duende de arcoiris en tu estela

Ordena y manda en tus sones arcaicos

Raza que en tu alma llevas.

Flores, ya lo dice tu apellido

Las llevas azules, verdes y blancas,

Oliendo entre mares y naranjos

Ramilletes de flores encantadas.

Escultura en tu braceo

Señor gitano de piel bronceada.

Propiedad del autor Manuel Flores Narváez 

Copyright © 2005 SoNaKaY Flores

Recuerdo

Los rumores de la memoria aluden a los azotes bronceados del eco magistral de Manuel Arroyo Jiménez, "Tío Mollino". Para muchos no valdrá la pena decir quién era, cómo fue su vida, qué ha representado en la historia flamenca de la zona del Campo de Gibraltar, y otros se preguntarán "y ¿qué?". Pues bien, ignorar a personajes como Tío Mollino en esta cultura o arte es como vaciar el pozo profundo de su historia, la que llevaron por bandera sus antepasados de Andalucía la baja, es una deuda pendiente que seguimos llevando a hombros los flamencos.
Recuerdo que era una tarde de verano, en Algeciras, en la ciudad que lo vió nacer. Corría el mes de Agosto y era en el bar "La Guitarra", propiedad del bailaor Salvador Flores Montoya "Salvorito" sito en la barriada de la Bajadilla, concretamente en la calle Santa María Micaela, con niños correteando y familias en las casapuertas tomando el fresco y hombres respetuosos y cabales en el establecimiento. Tío Mollino iba de trato con Tío Isidro. Nadie pensaba que fuera a cantar. Estaba pensativo por atrincar los jurdeles de aquel negocio que traía entremanos. Había pedido un vaso vino. Tío Isidro lo miraba. Y Tío Mollino rompió cantando por siguiriyas. Nos cantó las duquelas por estar canino (dinero). Y se marcharon. Se fueron para hacer el trato. Se fue el eco gitano. Y en los asistentes de aquel día, en el bar "La Guitarra", quedó el recuerdo tatuado en las carnes de los oyentes. Como todos los muertos de la tierra, ya no habrá más con esos melismas tan precisos y embriagadores y más gitanos que reinaba en su voz. Ni esas lágrimas que hacían sacar al que escuchaba cuando rompía Tío Mollino.

"a llamas vivas, candelas"...

Propiedad del autor Manuel Flores Narváez 

Copyright © 2005 SoNaKaY Flores